In memoriam, Doctor Santos: "El Doctor Santos es nuestro héroe"

Tratar a los niños con cáncer no se puede considerar “a
priori” un trabajo que te pueda dar satisfacciones. A los profesionales
sanitarios no nos gustaría tener que hacerlo. Pero eso no debe implicar nunca
rechazo, tristeza o resignación. Hay que buscar como objetivo cuidar al niño y
a su familia, haciendo que el tratamiento sea llevadero (ojalá que placentero)
y con el mayor rigor profesional.
Sin duda, el doctor Juan Antonio Santos Miranda era la mejor referencia profesional de estos principios. Nadie como él sabía que conocimiento, amabilidad y dedicación son ingredientes imprescindibles para tratar bien a un paciente con cáncer.
En sus más de 35 años como oncólogo radioterapeuta fue un entusiasta de su especialidad, hizo de la calidad en cada tratamiento su sello de excelencia, sin olvidar que la prioridad debe ser el correcto trato humano con cada paciente y su entorno. Por eso, sus pacientes le respetaban y admiraban con una dosis enorme de cariño.
Su labor con los niños en el hospital general universitario Gregorio Marañón de Madrid le rejuveneció como oncólogo y le hizo recuperar su confianza en el trabajo en equipo y disfrutar de él con anestesistas, cirujanos y oncohematólogos pediátricos. Cristina es un perfecto ejemplo de cómo trabajaba el doctor Santos. Ni un solo día dejo de ir a colocarla personalmente en el acelerador lineal dónde se trataba, de confiar en su curación, de animarla en los momentos difíciles, sin olvidar los pequeños detalles que le hacían diferente. Antes de cada sesión, le daba una fanta de naranja, su refresco favorito, para que se lo bebiera al despertar de la anestesia.
Sus libros, sus numerosas publicaciones, su experiencia profesional, son el mejor legado que nos ha dejado a todos los que le consideramos nuestro maestro. Esta película, las cartas de sus pacientes, los dibujos de los niños que trató son el mejor homenaje que él podía recibir porque están hechos desde la gratitud y el cariño.
Falleció en diciembre de 2013, sin haber podido ver esta película que preparó con la misma dedicación y entrega con que hacía todas las cosas. Nos enseñó muchas cosas, incluso cómo se puede vivir con entereza y dignidad, sin victimismo, conociendo con certeza cuál era el final que le esperaba. Y trabajó hasta el último momento, con niños como Cristina, que supieron reconocer su valía y que le dedicaron frases espontáneas y entrañables como “el doctor Santos es nuestro héroe”.
Carmen González San Segundo, doctora del Gregorio Marañon y pareja del Doctor Santos. Por y para un gran doctor, por y para un gran hombre, por y para una persona buena.
Sin duda, el doctor Juan Antonio Santos Miranda era la mejor referencia profesional de estos principios. Nadie como él sabía que conocimiento, amabilidad y dedicación son ingredientes imprescindibles para tratar bien a un paciente con cáncer.
En sus más de 35 años como oncólogo radioterapeuta fue un entusiasta de su especialidad, hizo de la calidad en cada tratamiento su sello de excelencia, sin olvidar que la prioridad debe ser el correcto trato humano con cada paciente y su entorno. Por eso, sus pacientes le respetaban y admiraban con una dosis enorme de cariño.
Su labor con los niños en el hospital general universitario Gregorio Marañón de Madrid le rejuveneció como oncólogo y le hizo recuperar su confianza en el trabajo en equipo y disfrutar de él con anestesistas, cirujanos y oncohematólogos pediátricos. Cristina es un perfecto ejemplo de cómo trabajaba el doctor Santos. Ni un solo día dejo de ir a colocarla personalmente en el acelerador lineal dónde se trataba, de confiar en su curación, de animarla en los momentos difíciles, sin olvidar los pequeños detalles que le hacían diferente. Antes de cada sesión, le daba una fanta de naranja, su refresco favorito, para que se lo bebiera al despertar de la anestesia.
Sus libros, sus numerosas publicaciones, su experiencia profesional, son el mejor legado que nos ha dejado a todos los que le consideramos nuestro maestro. Esta película, las cartas de sus pacientes, los dibujos de los niños que trató son el mejor homenaje que él podía recibir porque están hechos desde la gratitud y el cariño.
Falleció en diciembre de 2013, sin haber podido ver esta película que preparó con la misma dedicación y entrega con que hacía todas las cosas. Nos enseñó muchas cosas, incluso cómo se puede vivir con entereza y dignidad, sin victimismo, conociendo con certeza cuál era el final que le esperaba. Y trabajó hasta el último momento, con niños como Cristina, que supieron reconocer su valía y que le dedicaron frases espontáneas y entrañables como “el doctor Santos es nuestro héroe”.
Carmen González San Segundo, doctora del Gregorio Marañon y pareja del Doctor Santos. Por y para un gran doctor, por y para un gran hombre, por y para una persona buena.